miércoles, 11 de julio de 2012

Viajes Chanantes 2: Orgullo Gay 2012

Como siempre, lo de la rabiosa actualidad no es mi estilo. Pues sí, el día 30 de junio, partí junto a un grupo de descerebrados crápulas hacia la Party más Hard del verano madrileño: el Orgullo Gay. Era la primera vez que íbamos, y lo primero que impacta, al menos para un pueblerino zoquete que subsiste en el Metro a base de rodearse de un ejército de planos, es el hecho de encontrarte en plena Gran Vía rodeado de un montón de gente y de fiesta, sin ningún coche. El plato fuerte de nuestra visita era ver al señor Mr. Angelu digihumillándose plagiando vilmente a Loulogio, pero por problemas de logística al final no pudo ser.

                                                                               Esto es un pantallazo explicativo


Tras una breve vuelta de reconocimiento y la indispensable visita al FNAC de Callao, empezó la fiesta. Una interminable batucada que me obligó a tener que darlo todo bailando y saludando como un idiota dio paso al desfile de los manifestantes intercalados con pases de transexuales desnudos, gays desnudos, lesbianas desnudas, gays semidesnudos, transexuales semidesnudos, dominatrix hombres, dominatrix mujeres...para amenizar la fiesta y dar más sensación de estar en un macroafter-hours, la gente desde los balcones empezó a arrojar agua sobre los que estábamos a pie de calle, lo cual se agradecía hasta que empezaron las especulaciones sobre "qué es lo que nos están lanzando" por parte de mis acompañantes. Sí, estoy rodeado de enfermos. Lo del agua tiene su gracia, porque en la entrada al McDonald de Gran Vía a Mr. Angelu le acertó un cubo de agua de lleno, que además de H20 contenía yeso (la masa gris que se formó a la puerta del McDonald y los paquetes de yeso tirados en la acera así lo confirmaban). Embriagados por el ambiente, yo y mi ¿novio? nos motivamos hasta el punto de meternos en la manifestación detrás de otra batucada para bailar. Allí descubrí que no hay nada como tener a toda la Gran Vía mirándote para darte cuenta de que lo que hace cinco minutos te sudaba la polla -bailar de pena-, puede transformarse en un sentimiento de indignidad con uno mismo imposible de describir con palabras. Vamos, que duramos dos segundos dentro de la manifa.

Separados de nuestro grupo y desorientados, mi ¿churri? y yo nos dirigimos a uno de los balcones desde los que lanzaban agua con la intención de refrescarnos. Llamadme raro, pero me parece un comportamiento muy heterosexual lanzar cubos de agua solo a las chiquillas dejándonos a nosotros con cara de gilipollas mirando a un edificio detrás del cual estaba el dios Sol brillando con todo su esplendor y secando nuestras retinas. Los que lanzaban el agua eran en su mayoría hombres descamisados. Cual Simba tras perder a Mufasa, nos dirigimos desorientados y dolidos al ya mencionado McDonald de Gran Vía para reunirnos con nuestros compañeros, y tras volver a perderlos, mi ¿polvete?, Mr. Angelu y yo merendamos en un Dunkin' Coffee en la misma calle; ¡tres euros por una Coca-Cola y dos donuts gigantes, eso en mi pueblo no te llega ni para dos botellines! Cuando llegamos a Plaza de España acompañando a la primera de las carrozas, eran ya las once, justo la hora a la que empezaba la verdadera fiesta con los conciertos. Pero entre que nosotros dependíamos de unos horarios de autobuses criminales y que los conciertos eran de Soraya y Marta Sánchez, decidimos concluir ahí nuestra aventura, que no la fiesta, que siguió en el bus de camino a casa. A mí me llegaron a llamar·"borracho" durante el trayecto, lo cual es imposible porque me hicieron abandonar mi tinto de verano en la entrada al Metro. El año que viene creo que iré sin camiseta.


                                                                                       Panda de depravados

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